Reinventarse en la vida moderna y de inflación creciente cuesta mucho. Ser fiel a una misma es caro, pero la búsqueda interior no tiene precio.
La austeridad del invierno berlinés, que transita sus meses a la sombra de las nubes de una temporada baja, me ha hecho reflexionar sobre aspectos como los hábitos de consumo, la relación con del deseo y las prioridades de una misma con la vida.
Mi amiga Marta, me dijo algo tan valioso como sencillo un día. Desde entonces y aún desconociendo las leyes universales, comprendí que todo está en movimiento, que existe un flujo en todas las cosas. Me dijo:
- El dinero siempre vuelve.
El invierno Sindi(nero)
Estos textos fueron escritos en Berlin Schöneberg, en febrero de 2023, en una etapa de cinturón apretado.
El karma el dinero
El dinero produce karma, por eso es importante tratarlo con responsabilidad y conciencia. El karma se rige en la ley de causa y efecto, que sostiene que nuestras acciones, pensamientos y palabras crean repercusiones, tanto positivas como negativas, que afectan nuestra vida presente y futura. No es el qué, sino el cómo, no es el pincel, sino el artista. El dinero como tal es neutro, es un vulgar medio. Su valor depende de la relación que tenemos con él: como lo ganamos, la forma en la que invertimos, la conciencia con la que gastamos, la generosidad con que compartimos lo que tenemos y los efectos que tienen nuestro consumo. Al final, es todo una relación con nosotras mismas y nuestra mente.
El dinero para mí, representa una herramienta potencial que nos abre fronteras y nos permite explorar, crecer, ser nosotras mismas, disponer de lo necesario para ejecutar nuestros proyectos más amados, vivir en condiciones de vida agradables y sentirnos seguras.
Estos meses en Berlín me he quedado un poco pelá. El máster del Cervantes, los gastos de la mudanza y los escasos turnos del club por la baja temporada, me han apretado el cinturón hasta las costillas. Pero todo es temporal, pues «el dinero siempre vuelve».
Poner consciencia al consumo
Aquí en Berlín, cuando tengo un extra, me gusta permitirme algún placer gastronómico con un contundente brunch, con la compra de un libro interesante, o matriculándome en un nuevo curso a modo de inversión intelectual. También intento hacer escapadas a la naturaleza que me regalan paz, como una excursión a los lagos de Brandenburgo.
Me gusta lucir trapitos, pero cada vez me gusta menos ser consumista de moda rápida. En Berlín, la moda rige un ciclo de economía circular, casi nadie compra en tiendas internacionales. Se lleva mucho la segunda mano y como sigo teniendo mi lado de fashion victim, me he convertido en una Blogger de Calle:
Outfit primaveral, 99% encontrado en la calle (excepto las mallitas)
Encuentro ropa en la calle y en los mercadillos. El resultado de mezclar unas cosas con otras me hace sentir auténtica: cuando menos he tenido, más me han gustado mis outfits.
Alles 1 €!!!!
Menos es más
Como todo es cíclico, no me apego al consumo. Hay periodos de austeridad en la vida de la emigrante y he aprendido a disfrutar de tener lo esencial. Al no tener para gastar, no sufro por consumir: el deseo desaparece.
Evalúo mi relación con el dinero y los apegos siendo minimalista al máximo. Abogo por el «menos es más», priorizo la calidad a la cantidad. Ahora que tengo mi casita feliz (por un año) al lado del mercado turco, lo visito cada jueves y selecciono rigurosamente los ingredientes para hacer un buen batch cooking. Un batch cooking es una técnica de cocina donde se preparan varias comidas en una sola sesión, con el objetivo de ahorrar tiempo, reducir desperdicios y comer de manera más organizada y saludable durante la semana.

Cambio los viajes caros y grandilocuentes por visitas a los bosques encantados y salvajes de Brandemburgo, camino kilómetros y kilómetros por los barrios berlineses y leo libros que me encuentro. Al caminar, voy fijándome en los carteles y textos y así aprendo más alemán. Alemán real, alemán de la calle. Me encanta hacer esto.
Obviamente, con lo cara que está la vida, sé me va casi todo en los gastos fijos de alquiler y facturas. No puedo ahorrar. Me veo desde esa posición y se que no será para siempre, por lo tanto, sigo estudiando, continúo mi ciclo y navego en rincones creativos y sencillos que me vuelven a recordar que todo es impermanente y que siempre seré la más pija de las hippis y la más hippie de las pijas.
Si tuviéramos que correr como fugitivas nos importaría una mierda el 99% de las cosas que poseemos.
¿Cómo cultivar la abundancia en tiempos de escasez?
Me hago un esquema como consumidora y me digo: ¿Qué es estrictamente necesario?
Paseo durante horas por la ciudad sin rumbo fijo.
Escribo textos introspectivos.
Hago collages.
Me pruebo outfits y peinados.
Cocino platos gourmet con el concepto de cocina de aprovechamiento: manjares con «lo que haiga».
Estudio alemán.
Veo vídeos de mujeres DJ.
Leo libros de filosofía.
Invito a Reni a comer.
Regalo ropas y libros a mis amigas.
Hago productos naturales para el cuidado de mi pelo y mi piel.
Te invito a un chupito si vienes a verme al club :P
¡Qué rica esa receta de lentejas shamánicas al modo hindú! Una receta que nunca habría podido crear con dinero en mi cuenta, pues salió de una alacena de restos. Ahora no puedo vivir sin este mejunje de mil sabores: pimientos, tomates, ajo, cilantro, lima, leche de coco, lentejas rojas y a tope de cebolla. ¿Precio total por plato? 50 céntimos.
Otra receta barata y exquisita es nuestra querida tortilla de patatas. ¿Quién se siente una pobre emigrante comiendo esto?
Los inviernos son muy introspectivos aquí. Es cierto que la ausencia de vida social no es del todo aconsejable, pero normalmente, quedar con gente cuesta dinero y esto a veces no es prioridad. También hace mucho frío. Solo salgo para ir a clases. He descubierto mi lado más ermitaño, y aunque tiene su parte oscura estar con una misma tanto rato, me encanta, porque el tiempo es mío y en realidad no estoy sola, porque el silencio me acompaña.
En Alemania, las botellas se devuelven en el súper porque tienen una tasa que pagas al comprar y te devuelven al entregar. Mi presupuesto de hoy es el recibo de la entrega de mis botellas acumuladas, esto se llama Pfand. Un total de 3,59 euros. A veces me he agobiado, pero gracias a eso me he podido preguntar: ¿Qué necesito realmente? No necesitaba más por hoy, me ha dado perfecto para mi desayuno de la pausa del máster del Cervantes.
Respecto a la ropa de invierno, ocupo el «outfit del uniforme». Con este frío no hay ganas de presumir, solo cosa cómoda y calentina. Ropa negra y fácil de lavar. Ni siquiera la meto en la secadora. Me ahorro el 1.50€ que me cuesta en lavandería común del edificio y con eso me he comprado una cocacolita :)
Tener menos durante este invierno me ayudó a vivir humildemente y a encontrar alegría en una comida cocinada a fuego lento, en el refugio de mi minicasa, en un paseo por los barrios a final de mes para encontrarme ropa chulísima de personas mudantes, en conocer cada rincón, cada calle, cada plaza y cada Späti de mi ciudad favorita. Enriquecí mi cerebro con conocimiento, me sumergí en la lectura de libros mágicos y en la escritura. Tengo decenas de textos guardados que algún día, como estos, saldrán a la luz para reflexionar y sonreírle a la vida por tantas enseñanzas.
Aprendí, que muchas veces, para hacer lo que realmente queremos y estar donde queremos estar, tenemos que aplicar la renuncia. Y hasta que no aceptamos esta renuncia, no dejamos de sufrir. Practiqué la riqueza interior siendo creativa. Traer ideas de mi imaginario a la tierra me devolvía la fertilidad que me proporcionaría los frutos en los meses siguientes. Y así fue.
Meses después, mi período de estudios y la temporada baja habían terminado. Acabé mi máster en el Cervantes, aprobé el examen de alemán y comenzó la temporada en el Club der Visionäre. Mi cuenta bancaria volvía a tener euros. Había vuelto el sol, y con él, nuevas oportunidades profesionales y muchísimas propinas.
Después de la desaceleración llegó la explosión: el dinero había vuelto a casa.
¿Quién más tiene? ¿Quién menos gasta? ¿Quién menos necesita?
Textos escritos en mi casita de Schöneberg, en Berlín, en febrero de 2023
Buenas lecciones para aprender como vivir cuando los tiempos no favorecen, buenos consejos, me he quedado sin palabras, Gracias guapa